Nuestra Historia

Nuestra historia empieza con una cola moviéndose… y un ronroneo tembloroso.

Se llamaba Nala.
Un labrador marrón claro, con ojos de esos que hablan sin palabras.
Llegó a nuestras vidas siendo apenas una cachorrita, y sin saberlo, lo cambió todo.

Crecimos juntas. Estuvo ahí en todos los momentos importantes: las risas, los enfados, los cumpleaños y hasta los días tontos. Durante 14 años, llenó nuestra casa de pelos, de ruido y —sobre todo— de amor.

Nala nos enseñó que un perro no es una mascota… es familia.

Pero nuestra historia no acaba ahí.

Un día, encontramos en la calle a una gatita negra, diminuta, mucho más pequeña de lo normal para su edad. Apenas veía: tenía los ojos cubiertos de legañas y el cuerpo tan delgado que se le marcaban todos los huesos. Estaba asustada, débil, pero aún así —cuando la cogimos en brazos— ronroneó.

La llamamos Luna.
Y con paciencia, calor y mucho cariño… volvió a confiar en los humanos.

Nala y Luna, tan diferentes y tan iguales, nos enseñaron lo más importante:

El amor de un animal puede llegar en forma de ladrido o de ronroneo.
Pero siempre deja una huella para toda la vida.

Por eso nació Huella y Vida.

Una marca creada desde el corazón para celebrar el primer día de muchos otros juntos.
Para quienes abren la puerta de su hogar… y descubren que, en realidad, están abriendo la puerta a una nueva forma de amar.

Porque algún día mirarás atrás y entenderás que ese pequeño ser cambió tu vida sin pedir nada a cambio.

Gracias por estar aquí. Esta historia también puede ser la tuya.

 

Gracias por leer nuestra historia.

— Lucía